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Mostrando las entradas de noviembre, 2021

"Liliana Heker: gatos, bares y escritura"

«Liliana Heker: gatos, bares y escritura» Liliana Heker es tal vez una de las mejores escritoras argentinas. Pertenece a los escritores que en los años 60 se formaron también en los bares. Desde hace más de 40 años se dedica a dar clases de escritura. “Hay que despertar un saber en el otro” dirá a Comunidad PAMI. Esta mañana primaveral Liliana Heker llega a un bar de San Telmo a paso rápido y me busca con la mirada. Nunca nos vimos ni hablamos. Apenas nos escribimos por mail o por WhatsApp en los últimos días, cuando coordinamos esta entrevista. Se frena y mira a las mesas y cuando cruzamos las miradas sonríe y estira el puño a manera de saludo. Liliana Heker es tal vez una de las mejores escritoras argentinas. Sus cuentos y novelas son geniales. Su último libro, La trastienda de la escritura, es necesario. En sus páginas cuenta cómo funcionan sus legendarios talleres literarios. Desde hace más de 40 años se dedica a dar clases de escritura. Entre sus alumnos pasaron escritores y escri

Peces, dardos o relámpagos, o una visita a Liliana Heker

ENTREVISTA A LILIANA HEKER  por Fernando Manzini 17 NOVIEMBRE, 202 1  /  GAMBITODEPAPEL Peces, dardos o relámpagos, o una visita a Liliana Heker Muchos otros escritores ya habían hablado (acaso envidiosamente) de su vitalidad, esa especie de fuerza inquieta o vibración física que le despunta en todo lo que hace: en cada gesto, en cada palabra hablada o escrita. Nos acordamos de la primera vez que la vimos: apenas nos hizo falta una sola sonrisa suya para darnos cuenta. Esta mujer nos lleva cuarenta años pero está más viva que nosotros, nos dijimos. Esta mujer está tan viva que a donde meta un dedo en un balde, materializa el agua y un pez. La metáfora es rara, pero de algún modo cierta: sean peces, dardos o relámpagos, no hay casi movimiento suyo que no genere algo, que no cree algo nuevo. Nada de lo que esta mujer dice o hace lo deja a uno indiferente. Sus expresiones inquietan, conmueven o fulminan, pero nunca pasarán inadvertidas. Es tiempo de confesarlo: estamos haciendo trampa