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"Uashis: una chispa de rebeldía ilustrada

 Uashis: una chispa de rebeldía ilustrada - El espectador

María José Noriega Martinez

“Uashisgenios, siete cuentos relinchados” es un proyecto con el que Robinson Tamayo rinde homenaje a Marvel Moreno, Liliana Heker, Augusto Monterroso, Julio Cortázar y Evelio Rosero. Llevando al campo de la ilustración y del pódcast las líneas de estos escritores latinoamericanos, Tamayo continúa apostando por la autogestión e independencia de su trabajo artístico. 

Considerar los dibujos como notas visuales. Garabatear con la intención de hacer un ejercicio de memoria. Encontrar en la literatura y, sobre todo, en los escritores latinoamericanos un refugio y una compañía. Aprovechar un carácter introvertido y tímido para explorar nuevas formas de acercarse a las historias y encontrar en el teatro estrategias para que los personajes, en lugar de que simplemente hablen, actúen. Aunque en un principio dedicó su vida a ser administrador de empresas, considerando el dibujo como herramienta de pensamiento, Robinson Tamayo vive sus días en función de la ilustración, tratando de encontrar una conexión social a través de ella. Empezó regalando cartas y viñetas que arrancaba de las páginas de su diario a las personas a su alrededor. Pasaron unos años hasta que tomó la decisión de explorar la publicación de su arte, bajo la premisa de la independencia y la autogestión. 
Así nació Uashis, una serie de ilustraciones de referentes culturales, como Chavela Vargas, Salvador Dalí, Héctor Lavoe, Jorge Velosa, Alejandro Obregón, Edgar Allan Poe y Joaquín Sabina, entre otros, y de personajes que nacieron de sus propias pasiones y pensamientos, como Nacho Borracho, que no solo está borracho por el licor sino también por la vida, o Mincho, un vendedor ambulante que amplifica sus opiniones políticas e inconformidades, y como un viajero en el tiempo, que le permite imaginar posibles escenarios del futuro, así como explorar rastros del pasado, utilizándolo como pretexto para, por ejemplo, explorar la escritura de James Joyce. 
Esa es la esencia de su arte: una obsesión por el tiempo, una chispa de rebeldía frente a un mundo en el que parece que los días son muy cortos, en el que se tiene la sensación de que la vida no alcanza, en el que la batalla por entrar a los algoritmos roba la tranquilidad y añade desesperación, hasta depresión. Buscando una pausa y anhelando que su obra llegue a la persona que le tenga que llegar, para que la alcance aquel que tenga un interés auténtico por ella, sin importar que la pirateen y esperando que una persona dentro de cincuenta años la pueda conocer, los Uashis, como bautizó sus dibujos luego de que en un sueño no cesó de pronunciar esa palabra que anotó en una libreta que abrió el día en el que estaba pensando cómo nombrarlos, buscan ser un respiro en medio del caos.

Le invitamos a leer: Historia de la literatura: “Amadís de Gaula”, de Garci Rodríguez de Montalvo
Los cafés, como escenarios de discusión y generación de debates, fueron los primeros espacios de difusión de los Uashis, además, claro, de las redes sociales. Proponiendo exposiciones para que a partir del voz a voz sus dibujos se dieran a conocer, Tamayo orquestó espontáneamente tertulias alrededor de la vida y obra de personajes como Gabriel García Márquez, Truman Capote y Bob Marley. Con la convicción de “salir a defender lo que uno hace”, a pesar de que algunas veces solo sea él quien se entienda, como cuando le pidió una entrevista gráfica a Víctor Gaviria y el cineasta le dijo: “Hágale, ¿qué es lo que usted está haciendo? Muestre a ver”, Tamayo trabaja en la creación de ilustraciones independientes, siendo consciente y asumiendo que no tienen un fin comercial. Al contrario, están guiadas por un interés por el pensamiento y la reflexión. 
Sin conocimiento del sector editorial y teniendo la experiencia con que las ayudas estatales, a través de las convocatorias, tienden a condicionar la creación (como cuando en una oportunidad uno de los requisitos para aplicar a una de ellas era realizar contenido vinculado al posconflicto, además de los tecnicismos que hay detrás del papeleo que las invitaciones públicas requieren), su decisión ha sido buscar estrategias propias de publicación. Esto le ha traído el reto de buscar nuevos formatos, así como nuevas estrategias de narración, y en ese intento se ha encontrado con la oportunidad de trabajar con múltiples lenguajes. Por ejemplo, la mezcla entre pódcast, literatura e ilustración lo llevó a crear Uashisgenios, siete cuentos relinchados, una propuesta con la que rinde homenaje a Marvel Moreno, Liliana Heker, Augusto Monterroso, Julio Cortázar y Evelio Rosero. 
“Hola, recibe un cordial saludo desde el pasado. ¿Cómo va tu tiempo? A mí me alegra mucho hacer este viaje para compartirte esta dosis de Uashisgenios. Este proyecto fue hecho en el planeta Tierra en una época en la que la humanidad aún habita con sus costumbres extrañas; por ejemplo, algunos con la mano derecha, y otros pocos con la mano izquierda, agarran un instrumento y ponen marca sobre una superficie delgadita y maleable, comúnmente blanca, llamada papel. Un lápiz, lapicero, pincel, pluma, marcador o lo que sea sirven para ello. Ese papel marcado se lo puedes regalar a otra persona como un gesto de comunicación”. Así introduce Tamayo una de las lecturas de los cuentos de los autores latinoamericanos, teniendo la certeza amarga de que, en un futuro próximo, la escritura física podrá ser reemplazada totalmente por la escritura digital. 
“Estos personajes tratan de cambiar el mundo con historias”, afirma Tamayo, recalcando que, aunque es una visión romántica, ellos tienen un poder transformador detrás de sus líneas. De Moreno, por ejemplo, lo cautivó la centralidad de la mujer en sus personajes y la capacidad de traducir esa sensación de sentirse arrinconada en sus letras. “Tengo muchas mujeres a mi alrededor y me parece importante que ellas tengan las historias de Marvel Moreno ahí. Claro, la intención es que vayan y compren los libros”. Su permanente inquietud por la academia, por la relación entre estudiantes y profesores, precisamente por su preocupación en torno a cuánta libertad e independencia realmente hay en los procesos de creación y pensamiento, lo llevó a seleccionar el cuento Obras completas, de Augusto Monterroso. En cuanto a Julio Cortázar, la selección del argentino tuvo que ver con el gusto que siempre ha tenido por él, por lo que “elegir un cuento suyo era como tirarlos todos al aire y quedarme con el que cayera en mis manos, pues todos me gustan”. En cuanto a Evelio Rosero, la recuperación de Bajo la lluvia es un homenaje al trabajo del escritor y periodista colombiano. Finalmente, de Liliana Heker le atrajo “su capacidad de hacer que el mundo se acabe en situaciones cotidianas chiquiticas”. 

Además: Conexiones y descubrimientos en una colección de arte

Sin ser un lector profesional, y sin la pretensión de serlo, Tamayo tiene la intención de crear una identidad artística fuerte. “Yo sé que no estoy haciendo nada del otro mundo. Estoy leyendo siete cuentos, que a lo mejor muchos conocen, otros no, pero es mi manera de hacerlo: son mis garabatos y es mi voz”. Las licencias que se tomó, por la misma espontaneidad con la que se metió en su clóset a grabar los cuentos, responde al calificativo relinchados. “Con el mayor respeto, pero también disfrutándolo mucho, me acerqué a esos textos y a esos autores. Yo creo que eso no les molestó, ojalá que no”.

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