Voy a empezar a lo grande, por qué no: En busca del tiempo perdido , como todos saben, empieza así: “Durante mucho tiempo, me acosté temprano”. Parafraseando a Proust, mi comienzo podría ser este: “Durante mucho tiempo, mis lunes fueron así”: llegaba puntual a la casa de Liliana y Ernesto en la calle Perú –me recibía Ernesto, diligente como siempre–, me ubicaba en mi lugar, participaba de la clase como el buen alumno aplicado y bastante nerd que siempre fui, hasta que me tocaba el turno de leer y Liliana me preguntaba: “¿vas a leer, Mauricio?” “Sí –respondía yo tragándome la voz–, traje un cuentito”. “No, acá no se leen cuentitos, este es un taller de formación de escritores, acá nadie escribe cuentitos ni novelitas, acá se escriben cuentos y novelas: si la novela es corta se llama novela breve o nouvelle , si el cuento es corto será también un cuento breve, y si es muy breve, microcuento o microrrelato, pero cuentito no, novelita no”. “Bien, entendí”. No era necesari...